Indusrealidad
Toffler da este nombre a la concepción del mundo propia de la segunda ola: la define como "el grupo culminante de ideas y presunciones con que se enseñaba a los hijos del industrialismo a comprender su mundo. Era el bagaje de premisas empleadas por la civilización de la segunda ola, por sus científicos, dirigentes comerciales, estadistas, filósofos y propagandistas" (p. 105). Y esta superideología ha sido común a países y bloques que se oponen: "Como misioneros católicos y protestantes empuñando diversas versiones de la Biblia, pero predicando ambos a Cristo, marxistas y antimarxistas por igual, capitalistas y anticapitalistas, americanos y rusos, se adentraron en Africa, Asia y Latinoamérica —las regiones no industriales del mundo—, portando ciegamente el mismo conjunto de premisas fundamentales. Ambos predicaban la superioridad del industrialismo sobre todas las demás civilizaciones. Ambos eran apasionados apóstoles de la indusrealidad" (p. 106).
La Nueva Síntesis.
A mitad del siglo XX, un joven universitario viajó hacia lo que consideraba la realidad central de nuestro tiempo. América era el corazón del mundo, la fábrica era el núcleo palpitante de ese corazón. Es como se da la era industrial que mantenía a las sociedades nacientes o en reconstrucción. Así aprendió de primea mano como luchaban los obreros de las fábricas por ganarse la vida en la era industrial. Observó a los directores que mantenían en sus puestos a los obreros, acosados por el afán de obtener rendimientos mayo.
Hombres y mujeres jóvenes están penetrando a través de la noche en el corazón de la nueva civilización de la tercera ola. Nuestra tarea será incorporarnos, a la búsqueda del mañana: nuestro presente rebosa de paradojas a las que muchos buscan respuestas. Una destacada inflación atenaza a todas las naciones de la segunda ola, sigue incrementando el desempleo. Las personas exigen trabajadores que sean creadores, psicológicamente satisfactorios o socialmente responsables.
Más importante: estructuremos las conexiones ocultas entre acontecimientos que, en la superficie, parecen desprovistos de toda relación. El futuro es fluido, no petrificado. Está formado por nuestras decisiones cotidianas, y cada acontecimiento influye sobre los demás. La actualidad al borde la de una nueva era de síntesis, en todos los campos.
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