La Ética en las Relaciones Públicas
La ética es la parte de la Filosofía, que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. Es la ciencia que de manera rigurosa orienta las actuaciones del individuo para el logro de fines elevados, mediante la razón inspirada de la moralidad.
Todo profesional tiene la obligación de considerar los ideales y funciones de su profesión; tiene obligación de considerar el resultado posible de cualquier acción propuesta; tiene obligación de abstenerse de aquellas actividades que quiten mérito a la sana supervivencia de la profesión.
El Relacionador Público como el encargado de crear y mantener las buenas relaciones entre los miembros de la organización, y entre la organización y los demás sectores de la opinión pública, a fin de proyectar una buena imagen de la organización, debe estar siempre sujeto al cumplimiento de las normas éticas y morales para que esa imagen sea siempre favorable.
Desde el momento de su inclinada disposición hacia la profesión de relaciones públicas, el individuo debe mostrar un elevado índice de moralidad, pues se trata de una carrera en la cual se justifica una vocación hacia la verdad, el trabajo y el decoro. Pues quien toma la decisión de hacerse compromisario de contribuir a la formación de la opinión pública no puede tener menos sentido ético lo que tiene que:
- Presentar los hechos con honradez y sin omisiones.
- Sacar conclusiones objetivas de los hechos expuestos, basándolas en el peso de la obediencia y en el concepto bien meditado del mayor bien.
- El Relacionador Público debe estar motivado por un interés personal.
- Debe comprender que no es infalible y debe permitir que se oiga la voz de aquellos que están en desacuerdo con él, en la columna de las cartas del público y por otros medio apropiados.
- Debe revisar sus propias conclusiones y corregirlas si encuentra que se basan en conceptos erróneos previos.
- Deber retener el valor de sostener sus convicciones bien fundadas y nunca escribir nada contrario a su conciencia.
- Deben respetarse las opiniones individuales bien meditadas.
A nuestro juicio y en lo que concierne al aspecto ético del Relacionador Público, diez deberes le son ineludibles en su carrera. Los cuales son:
ü Decir siempre la verdad.
ü Usar un lenguaje decente y depurado.
ü Ser justo e imparcial.
ü Colocar el interés social por encima del particular.
ü Servir con diligencia y optimismo.
ü Conducirse honorablemente en todos sus actos.
ü Actuar independientemente, conforme a sus ideas de bien.
ü Ser sincero y responsable.
ü Mejorar su cultura leyendo buenas obras.
Un Relacionador Público capaz, decente y activo, se pueden esperar los mejores servicios a la sociedad. Las características de una concreta ubicación del Relacionador Público en el plano de la decencia, lo hacen admirable y será motivo para hacerse influyente y darle realce a la empresa donde realiza su trabajo.
La creación de las ideas morales por el relacionador, deben constituir una garantía para todos. Es importante que su obra merezca aprecio del presente y resista el juicio del futuro, sin que afecte su prestigio jamás.
No serían verdaderos representantes de los intereses sociales quienes conduzcan la opinión pública por caminos extraviados o tiendan nebulosas para impedir la visualidad de metas constructivas.
Constituyen actos contra el buen ejercicio de la profesión:
a) Ejecutar actor reñidos con la moral y las buenas costumbres.
b) Alienar las conciencias y manipular la opinión pública.
b) Alienar las conciencias y manipular la opinión pública.
c) Permitir que sus servicios profesionales faciliten el ejercicio ilegal de las Relaciones Publicas y comprometan el decoro y dignidad de la profesión.
d) Ejercer acciones de proselitismo religioso o político, dentro de la institución.
e) Atribuirse ideas o acciones ajenas, competir deslealmente, ofrecer en el desempeño de actividades profesionales argumentaciones falsas o atentatorias contra la moral y el bien común.
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